La regeneración, en la enseñanza de los puritanos, no es un momento emocional pasajero ni una decisión superficial. Es una obra profunda del Espíritu Santo que transforma radicalmente al ser humano desde el interior, llevándolo de la muerte espiritual a la vida en Cristo. Este proceso, aunque no siempre se experimenta de forma idéntica en cada creyente, suele mostrar ciertas marcas comunes. A continuación, describimos esos pasos con un lenguaje cercano, bíblicamente fundamentado, y con el propósito de guiar a quien desee examinar su caminar espiritual.
1. Despertamiento
Todo comienza cuando Dios despierta al alma dormida. La persona empieza a tomar conciencia de su estado espiritual. Lo que antes le parecía normal o indiferente, ahora comienza a inquietarle. Es una sacudida divina que rompe con la apatía.
Versículo: “Por tanto dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:14)
2. Búsqueda
Esa inquietud lleva a la persona a buscar respuestas: lee la Biblia, escucha predicaciones, hace preguntas, ora. No siempre sabe qué busca, pero sabe que necesita algo que no tiene.
Versículo: “Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)
3. Convicción de pecado
A medida que se expone a la Palabra, el Espíritu Santo obra convicción. La persona ya no solo siente culpa, sino que reconoce la seriedad de su pecado contra un Dios santo.
Versículo: “Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.” (Romanos 7:9)
4. Temor de condenación
Con la conciencia del pecado viene el peso del juicio. El alma teme justamente la condenación eterna, entendiendo que está separada de Dios.
Versículo: “El que cree en él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3:18)
5. Regeneración inicial
Dios, por pura gracia, da vida espiritual. La persona es transformada desde dentro: comienza a amar lo que antes rechazaba y a rechazar lo que antes amaba. Nace de nuevo.
Versículo: “Jesús le respondió: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3)
6. Arrepentimiento
Como fruto de esa nueva vida, el alma se duele por haber ofendido a Dios y se vuelve a Él. No es solo remordimiento, sino un cambio de mente y dirección.
Versículo: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse.” (2 Corintios 7:10)
7. Fe
Junto con el arrepentimiento viene la fe: una entrega confiada al Señor Jesucristo como único Salvador. Ya no se busca mérito propio, sino gracia en Cristo.
Versículo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” (Efesios 2:8)
8. Seguridad inicial
El Espíritu Santo da testimonio interior de que ahora hay paz con Dios. No es una seguridad fabricada por emociones, sino basada en la obra redentora de Cristo.
Versículo: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:16)
9. Combate
Con la nueva vida comienza también una nueva lucha. El cristiano ahora combate contra el pecado, el mundo y su carne. Es una batalla diaria, sostenida por la gracia.
Versículo: “Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que recibisteis el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15)
“Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” (2 Timoteo 1:12)
10. Novedad de vida
La regeneración se manifiesta en una vida transformada. Hay frutos visibles: obediencia, amor, santidad. No perfectos, pero reales y progresivos.
Versículo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17)
Estos pasos no son una fórmula mágica ni una secuencia rígida, pero reflejan lo que muchos creyentes verdaderos han experimentado. Los puritanos, con gran discernimiento bíblico y pastoral, describieron esta obra del Espíritu con un equilibrio entre la soberanía divina y la responsabilidad humana. Quien ha nacido de nuevo lo sabrá, no porque lo sienta siempre intensamente, sino porque ve en su vida estas huellas del obrar de Dios.
Last modified: abril 17, 2025